La alimentación durante las vacaciones puede suponer todo un quebradero de cabeza para muchos padres: ¿qué comidas pueden gustar a todos y sin dejar de ser saludables? Combinar los gustos y necesidades de adultos con los de los pequeños de la casa puede suponer un reto. Sin embargo, el verano es una gran oportunidad para modificar los hábitos de la familia, optar por opciones saludables y dedicar tiempo a enseñar a los niños que comer sano es divertido y sienta mejor. Pasamos ya con a consejos prácticos, una vez leídos, ¡sólo habrá que ponerlos en práctica!
Los adultos, el mejor ejemplo para los niños
Los adultos, principalmente los padres, somos el espejo en el que los niños se miran para adquirir habilidades sociales, hábitos, rutinas o costumbres, y la alimentación es una de ellas. Es complicado que intentemos que un niño coma verduras en casa si los adultos del entorno no las comen y no hay costumbre a verlas en los platos. Si queremos que un niño adquiera unos hábitos determinados, los padres deben ser los primeros en dar ejemplo. Es el primer paso para conseguir que los pequeños incorporen nociones de alimentación saludables de una forma natural.
Lo mejor, lo más sencillo
En ocasiones tendemos a pensar que los productos con un gran número de ingredientes o los específicamente formulados para la etapa infantil son los mejores, pero la mayoría de veces la mejor opción está en los alimentos más sencillos: fruta, frutos secos, verdura, cacao sin azúcares añadidos, lácteos naturales, etc.
El secreto puede estar en la forma de presentarlos. Piensa que, a partir del año y salvo que haya alguna intolerancia o alergia manifiesta, un niño puede comer lo mismo que coma el resto de la familia, siempre y cuando sean opciones saludables. No es necesario hacer menús «especiales»
Con plátano y fresa congelada, por ejemplo, podemos hacer un helado casero en apenas unos minutos. Podemos sustituir los batidos azucarados por leche con cacao desgrasado y las clásicas galletas de la merienda pueden pasar el testigo a la fruta fresca y de temporada y a opciones como el pan de harina integral con hummus, mantequilla de cacahuete o aguacate. Acompañar a los niños en estas meriendas ofreciéndoles los mismos alimentos que nosotros consumimos será un buen ejemplo para ellos.
Cocinar es divertido, ¡que se unan los peques!
Animarles a participar en el proceso de preparación de las comidas puede ser divertido para ellos y les otorga responsabilidad e importancia. Aprenderán cómo se cocinan los platos que luego comen mientras disfrutan de tiempo con las personas cuya atención más solicitan, ¡los padres! Debemos seleccionar actividades que sean aptas para cada edad, de lo contrario serán actividades poco relajantes. Ojo con los objetos cortantes, por ejemplo. Amasar la mezcla para un pan casero puede ser una buena opción. De esta forma, se familiarizan con el hábito de cocinar, se divierten y disfrutarán más de lo que se sirve a la mesa pues han sido parte activa de la preparación.
Ampliar el paladar, ¡aventurarse a lo nuevo!
Si vamos fuera de vacaciones y salimos a comer a lugares nuevos, es una buena oportunidad para que el niño pruebe cosas nuevas en el contexto de opciones alimenticias saludables. En un entorno nuevo, relajado y distendido, el interés de los niños en experimentar es sorprendente.
En definitiva, las vacaciones son una excelente ocasión para cambiar nuestra relación con la comida y extenderlo a los niños, con el objetivo mantener buenos hábitos el resto del año. La alimentación de los niños es la base sobre la cual se determinará su salud cuando sean adultos. Las alarmantes cifras de obesidad infantil en España deben animarnos a analizar de qué forma alimentamos a los más pequeños y a optar por mejorar para cuidar de su salud actual y futura.
En Salud-10 podemos ayudarte a conseguirlo mediante el asesoramiento de nuestra dietista-nutricionista. Puedes solicitar una visita informativa gratuita y sin compromiso rellenando el formulario de contacto que encontrarás a la derecha de esta página.