Junto con los posibles problemas de autoestima, que pueden provocar rechazo a situaciones de contacto sexual, la obesidad tiene también un efecto pernicioso en la salud sexual, especialmente en el terreno de la disfunción eréctil (DE). Si bien en las mujeres no se ha documentado una relación entre el sobrepeso y la salud sexual, un gran porcentaje de los casos de DE masculina están ligados a situaciones de obesidad.
La disfunción eréctil
La DE o impotencia puede definirse como la incapacidad persistente de obtener y mantener una erección suficiente para iniciar, mantener y completar una relación sexual satisfactoria para el hombre y la mujer.
Cuando se produce un fracaso en el 40% de los intentos de mantener una relación sexual, y en un período de más de tres o cuatro meses, se puede hablar de un problema de impotencia.
Se calcula que en el mundo hay más de 320 millones de hombres aquejados por la DE, de los que dos millones corresponden a la población española.
La conexión
La obesidad contribuye a la DE desde varios frentes y, junto con el tabaquismo, es una de las causas más importantes de esta dolencia. Por un lado, el incremento en la tensión y la esclerotización de las arterias afectan al riego sanguíneo del pene, una de las funciones fundamentales para alcanzar una erección satisfactoria. Paralelamente, los hombres obesos suelen sufrir una disminución en la producción de testosterona, lo que afecta a la libido. Por último, varios de los trastornos asociados a la obesidad, en el que destaca la diabetes, también son causa de disfunción eréctil.