¿Qué es el aceite de palma?
Empecemos por conocer el origen del aceite de palma y sus derivados. El aceite de palma, se obtiene del fruto de la especie Elaeis guineensis, conocida como palma africana o aceitera, que con origen en el continente africano se introdujo de forma masiva en el suroeste asiático a principios del siglo XX, aunque también hay importantes plantaciones en América del Sur.
¿Para qué se utiliza el aceite de palma?
Uno de los motivos de su introducción masiva alrededor del planeta es su uso tradicional en la industria alimentaria. Se puede encontrar en una amplia variedad de platos preparados, helados, salsas, margarinas, galletas, bollería, pizza, chocolates, confitería en general, aperitivos dulces y salados, palitos de pan, etc. Y más allá de sus usos alimentarios, los derivados del aceite de palma también se emplean en la industria de la cosmética –con él se elaboran cremas, pasta de dientes o jabones– y en la producción de biodiesel. Algunas de las empresas más conocidas del sector alimentario que más usan este ingrediente son Nestlé, Kellogg’s, Burger King, McDonalds, Bimbo, Starbucks o Ferrero, entre muchas otras.
¿Es cierto que provoca cáncer?
Esta acusación viene por parte de la EFSA, que publicó un informe titulado “Contaminantes presentes en los aceites vegetales fruto de su procesamiento” en el que cobraba un especial protagonismo el carácter genotóxico y carcinogénico de los compuestos que se forman cuando los aceites vegetales se someten a altas (a más de 200ºC). Algo habitual en el caso del aceite de palma, ya que este proceso es necesario para eliminar su marcada apariencia rojiza y mejorar su sabor y olor. Ante esta acusación, nutella contestó que su aceite de palma no está procesado a esas temperaturas.
Además es una grasa especialmente rica en ácidos grasos saturados. Diferentes asociaciones como la EFSA, la OMS o la FESNAD recomiendan el consumo moderado de grasas saturadas por su vinculación directa con el incremento de distintas enfermedades metabólicas (¡aunque no pensemos que todas grasas saturadas son malas!).
Tampoco se libra de acusaciones sobre el medio ambiente, el impacto medioambiental que provoca el cultivo de la palma genera una gran deforestación. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, se calcula que en menos de diez años Indonesia perderá el 98% de los bosques como consecuencia de la destrucción indiscriminada que se hace para obtener este aceite.
¿Todo el aceite de palma es malo?
No. Conviene destacar que el aceite de palma sin procesar posee un elevado poder antioxidante (debido a su elevada cantidad de vitamina E), y debido a ella se está estudiando su posible papel en la salud neuronal y la prevención de problemas neurodegenerativos. Hay diversos estudios como el publicado en 2015 en el World Journal of Cardiology que concluyó que «se ha demostrado científicamente que el aceite de palma sin procesar protege el corazón y los vasos sanguíneos de las placas y lesiones isquémicas. El aceite de palma consumido como grasa dietética dentro de una dieta equilibrada y saludable no comporta riesgo incrementado de enfermedad cardiovascular. Se obtendrá poco o ningún beneficio extra reemplazándolo por otros aceites ricos en grasas mono o poliinsaturadas».
¿Por qué se usa si “es perjudicial para la salud”?
En la industria ante todo mandan las cifras, el aceite de palma se caracteriza por ser muy económico comparado con grasas y aceites de otro origen, y además es muy versátil. Su temperatura de fusión le hace permanecer sólido a temperatura ambiente manteniendo al mismo tiempo una textura sedosa y untuosa (en boca se funde de forma agradable).
Por otra parte la polémica es relativamente reciente, está en cierta medida originada por el mensaje de que “La Nutella provoca cáncer”, debido a que un elevado porcentaje de la composición de la nutella es aceite de palma.
A esta corriente se sumó Supermercados “Supersano” que retiró de sus estanterías todos los productos con aceite de palma y “Alcampo” y otros supermercados que han anunciado que también planea retirar los productos con aceite de palma de su marca blanca, en los que esta no sea un componente imprescindible.
¿Entonces en qué quedamos?
Señalar como único culpable del desequilibrio cardiovascular al aceite de palma es simplificar un problema muy complejo. La grasa de palma suele encontrarse de productos procesados. Estos productos son ricos en azúcares y debemos tener en cuenta que el mismo aceite de palma procesado se encuentra tan modificado que acaba siendo prácticamente otro producto.
La solución que proponemos al problema es basar nuestra dieta en la pirámide alimentaria y no preocuparnos por el consumo del aceite de palma si realmente es muy ocasional. Las galletas, bollería, alimentos procesados, etc., no deberían incluirse en nuestra alimentación diaria y deberíamos apostar por alimentos de elaboración lo más artesanal posible y producto fresco de temporada, frutas y vegetales de la huerta.
Lo ideal es buscar productos con aceite de palma no procesado y sostenible, cuyo impacto medioambiental haya sido menor. El nombre del certificado es CSPO (Aceite de Palma Sostenible Certificado), y lo reconoce la organización RSPO (Roundtable on Sustainable Palm Oil). Si queremos investigar sobre qué productos de nuestra despensa y nevera contienen aceite de palma, podemos buscarlo bajo los siguientes pseudónimos (a pesar de que la ley de etiquetado de la UE obliga a declararlo como tal) pues no siempre aparece tal cual como “aceite de palma”:
Aceite de palmiste, grasa vegetal fraccionada e hidrogenada de palmiste, estearina de palma, palmoleina u oleina de palma, manteca de palma o haciendo uso del nombre científico de la especie (Elaeis guineensis).
Por último tomar conciencia, en que los supermercados que se han sumado a la ola de “restringir el aceite de palma” probablemente busquen más una publicidad gratuita que un real beneficio para el consumidor. Además, en un pequeño periodo de tiempo encontrarían otro aceite vegetal que hidrogenar e incorporar a sus estanterías de productos haciendo creer a la gente que ese nuevo producto es más saludable. Por ejemplo, cuando añaden una mínima parte de aceite de oliva y ya lo publicitan como «producto cardio-saludable» o multitud de exageraciones a las que los consumidores nos vemos expuestos cada día.