Durante los días 1 al 7 de agosto se celebra la Semana Mundial de la Lactancia Materna, cuyo objetivo es concienciar acerca de la importancia de la leche materna y de los beneficios que tiene, tanto para la madre como para el bebé.
La lactancia materna no está exenta de mitos que pueden causar confusiones y dudas entre las madres, especialmente las primerizas. Como la información es poder, nosotros también queremos participar en esta iniciativa abordando algunas de las creencias más comunes; es nuestro granito de arena a todas las mujeres que han sido, son o serán madres lactantes.
Algunos datos sobre la lactancia materna
Según cifras de la Organización Mundial de la Salud, si prácticamente todos los niños fueran amamantados, cada año se salvaría la vida de unos 820.000 niños. La leche materna aporta a los recién nacidos y bebés lactantes todos los nutrientes que su organismo necesita.
Se aconseja que los bebés sean amamantados de forma exclusiva hasta los 6 meses y que luego combinen la lactancia materna con alimentación complementaria hasta los dos años o más. De hecho, se ha podido comprobar que los niños y adolescentes alimentados con leche materna están protegidos frente a enfermedades como el sobrepeso y la obesidad, así como la diabetes tipo 2. Además, la lactancia también es beneficiosa para las madres: se reduce el riesgo de cáncer de mama y de ovario, así como de diabetes tipo 2 y de depresión postparto.
Lactancia materna y nutrición
Una de las principales dudas que tienen las madres a la hora de iniciar la lactancia materna es si ellas deben alimentarse de alguna forma especial. Es importante seguir una alimentación completa y equilibrada tras el parto, pero no por ser madre lactante, sino porque favorecerá una mejor recuperación del organismo y porque facilitará la adquisición de unos hábitos saludables. El tipo de dieta que lleve la madre no influirá en la calidad de la leche que produzca. Hay que tener en cuenta que, durante la lactancia, las necesidades calóricas aumentan en unas 500 calorías diarias.
No es aconsejable iniciar una dieta restrictiva o hipocalórica durante este período, precisamente por el aumento de las necesidades calóricas. La bajada de peso se irá produciendo de forma gradual. Además, la lactancia favorece a eliminar con mayor rapidez los kilos que se hayan ganado durante el embarazo.
Durante las primeras semanas de lactancia, la madre puede tener una gran sensación de sed. El consumo de líquidos durante todo el período que dure la lactancia es aconsejable. Sin embargo, beber una mayor cantidad de agua u otros alimentos líquidos no favorecerá un aumento en la producción de leche. El consumo de alcohol se desaconseja durante la lactancia.
Es recomendable revisar los niveles de vitaminas y minerales mediante una analítica completa para asegurar que los niveles son óptimos y el bebé recibe todos los nutrientes necesarios.
Mitos y creencias sobre la lactancia materna
Algunos alimentos favorecen el aumento de producción de leche. Algunas personas aconsejan tomar almendras, leche de vaca, horchata, cerveza sin alcohol o aumentar la ingesta de agua con el objetivo de aumentar la producción de leche. En realidad no estudios que demuestren que estos alimentos tengan este efecto. La forma de aumentar la producción de leche es aumento el número de veces que ponemos al pecho al bebé.
Es mejor no ingerir determinados alimentos, porque pueden provocar que el bebé rechace la leche. Algunos alimentos como las alcachofas o los espárragos modifican el sabor de la leche, pero lejos de ser una razón para no tomarlos durante la lactancia, pueden servir para que el bebé se acostumbre a nuevos sabores y facilitar la introducción de estos alimentos cuando inicie la alimentación complementaria. No está desaconsejado tomarlos.
Si comes mal, tu leche será de mala calidad. Como hemos mencionado anteriormente, es aconsejable alimentarse de forma saludable durante la lactancia, pero por el propio bienestar de la madre. Aunque la madre no tuviera una alimentación equilibrada, este hecho no influiría en la calidad de la leche.
La lactancia debe ser cada tres horas, 10 minutos en cada pecho. Es una creencia bastante extendida que la lactancia debe tener unos tiempos pautados. Para que sea exitosa y se establezca una producción de leche, la lactancia materna debe ser a demanda del bebé. En las primeras semanas, si se aprecia que el bebé puede estar horas sin demandar, es preciso que sea la madre quien tome la iniciativa en la lactancia y ofrezca el pecho al bebé hasta que él sea capaz de pedir por sí mismo.
Amamantar duele en las primeras semanas. Dar el pecho no debería doler nunca pero la realidad es que muchas madres experimentan dolor y molestias especialmente al inicio de la lactancia. Suele ser debido a que no hay un agarre adecuado y la consecuencia es que pueden aparecer heridas o grietas en el pezón. Es un proceso que suele resolverse a medida que el bebé aprende a agarrar el pezón correctamente y la madre se adapta poco a poco al proceso de dar de mamar pero en algunos casos es aconsejable buscar un profesional (¡hay asesoras de lactancia!) que revise la postura y corrija el agarre.
El apoyo y el asesoramiento son fundamentales. El bebé nace sabiendo cómo alimentarse, pero tanto el bebé como la madre deben aprender juntos a amamantar. Decidir amamantar es una opción igual de válida que decidir no hacerlo, es absurdo entrar en críticas a una de las dos opciones. Lo importante es que el bebé esté bien alimentado de una forma u otra y que la madre esté en buen estado anímico para atenderlo y disfrutar al máximo de la llegada del nuevo miembro de la familia.
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