¿Te identificas con alguna de las siguientes frases?
Lo que me falla es la organización en la nevera.
Necesito dulces e hidratos para sentirme bien.
Si salgo con los amigos, no puedo controlarme.
No desayuno porque me levanto con el tiempo justo.
Por la noche, no dejo de comer viendo la televisión.
No hago ejercicio porque siempre estoy cansado/a.
Cuando me miro al espejo, no me gusto.
Si te ves reflejado/a en alguna de estas afirmaciones, en Salud-10 podemos ayudarte.
En ocasiones, para escapar de una situación de estrés, ansiedad, tristeza o conflicto, podemos utilizar la comida como forma de aliviar nuestra situación. Hacer uso de la comida como válvula de escape genera una satisfacción momentánea, pero luego, debido al sentimiento de culpa que nos provoca haber comido de forma compulsiva, nuestra ansiedad y frustración suelen aumentar.
Cuando las situaciones de estrés se dan de forma habitual, el hambre y la ansiedad pueden confundirse. ¿Sabes cómo detectar si comes por hambre o por ansiedad? ¿De qué manera puedes frenar el comer compulsivamente? A todo ello y a más cuestiones respondemos en este post.
¿Qué es hambre? ¿Qué es ansiedad?
En primer lugar, conviene distinguir ambos aspectos para poder identificar y entender mejor lo que nos pasa. El hambre es una necesidad física que aparece de forma gradual y se satisface con cualquier tipo de alimento. Es decir, no hay una necesidad por consumir un alimento en concreto, como dulces o hidratos de carbono, sino que cualquier tipo de alimento nos va bien para satisfacer el hambre. En cambio, la ansiedad suele aparecer de forma repentina, especialmente tras momentos de estrés. En este caso, nuestro cuerpo nos demanda los alimentos más calóricos, dulces o hidratos en la gran mayoría de casos.
Quiero cuidar mi alimentación, pero…
La falta de tiempo, las prisas, las tareas que se acumulan… Todo ello puede agravar más nuestra situación de ansiedad y hace que busquemos soluciones rápidas a las comidas y que, además, nos resulten satisfactorias: una pizza precocinada, patatas fritas de bolsa, hamburguesas o salchichas empaquetadas, entre otros muchos productos serán las soluciones a las que recurramos para «salir del paso».
Cumplir con el propósito de comer mejor y consumir alimentos saludables puede irse al traste sin una correcta planificación y, sobre todo, sin una nueva gestión de los impulsos y de la ansiedad. Alimentarse es una cosa muy seria, ¡es nuestra gasolina! El funcionamiento de nuestro cuerpo y mente depende de la calidad y cantidad de lo que nos pongamos en el plato, de modo que debemos empezar por prestar más atención e invertir tiempo y mimo en elegir, comprar, combinar, preparar y degustar lo que ingerimos. Comenzar por la planificación de las comidas antes de que empiece la semana produce buenos resultados; puedes dedicar un tiempo a idear qué comidas vas a realizar cada día e incluso dejar algunos platos cocinados y congelados. De este modo, además, hacer la compra te resultará mucho más fácil y evitarás comprar lo que no necesitas.
La ansiedad y la dieta, enemigos declarados
Si tiendes a comer por ansiedad y te has propuesto iniciar un tratamiento para bajar de peso, no obtendrás resultados si no controlas tus impulsos y evitar la «comida emocional». El problema no es la comida sino la relación que has construido con ella. ¡La puedes cambiar! Pero para ello no puedes seguir haciendo lo mismo. Es muy importante contar con el apoyo de un equipo de especialistas que te ayuden a gestionar tus emociones, darte cuenta de qué hábitos te están perjudicando y proporcionarte nuevos para salir de la situación que quizás te mantiene en estado de una continua frustración.
¿Es este tu caso?
En Salud-10 podemos ayudarte a poner en práctica los cambios que necesitas para lograr tus objetivos. Contamos con una psicóloga especialista en el control de la ansiedad y los impulsos; si sabes lo que tienes que comer para sentirte mejor pero no puedes cumplirlo, te ayudaremos a encontrar el equilibrio.
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