El pasado día 13 de noviembre, se celebro el XVIII Día Mundial de la Persona Obesa y bajo el lema «Dile No al Obestrés», la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN) en conjunto con la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (SEEDO), mostraron los datos de una encuesta realizada a más de 1.700 personas. Alrededor del 40% de las personas admite que incrementa su ingesta calórica en situaciones de estrés. Es decir, el clásico ataque a la nevera o a la despensa para compensar el malestar de un disgusto o un enfado. Estos datos confirman, que bajo un situación de estrés (laboral, personal, emocional, etc.), el 40% de la población variará su patrón alimentario, comiendo más (y añadimos, que seguramente peor).
El estrés tiene una clara influencia en la elección de los alimentos que escogemos: cuando estamos contrariados o tristes, a menudo nos sentimos impotentes, sin control sobre la situación que nos crea malestar y equívocamente, en vez de centrarnos en darle la vuelta, nos refugiamos en el consumo de los alimentos «recompensa», que son aquellos que son más placenteros para nuestro paladar, generalmente más ricos en grasas o más dulces, cuya ingesta favorece la aparición temporal de un estado de saciedad, satisfacción o incluso, felicidad. Este bienestar suele ser transitorio y muy breve, ya que una vez hemos terminado de comer, nos invade el sentimiento totalmente contrario al que habíamos buscado, la culpa. Si esta situación te resulta familiar ¡no estás solo ni sola! Es importante que sepas que hay centros especializados en ayudar a personas como tú a retomar el control, para que el estrés (casi inevitable hoy en día), no afecte negativamente a tu alimentación.
La mayoría de nosotros hablamos de sufrir más o menos estrés, pero hay que prestar atención: el estrés acumulado a lo largo de los años, sin tregua, no sólo puede llegar a causar un problema de obesidad, sino también incrementar el riesgo de desarrollar Síndrome Metabólico o incluso un problema cardíaco. No pretendemos alamar, pero es necesario saber a qué nos enfrentamos cuando hablamos de S.M. para detectar sus síntomas en caso de que aparezca- ¿qué es el Síndrome Metabólico? Pues son una serie de desórdenes metabólicos que podemos identificar si tenemos los siguientes indicadores:
- Obesidad Central (concentración de grasa en la zona abdominal)
- Hipertrigliceridemia (alto nivel de triglicéridos en la sangre)
- Valores bajos en sangre de HDL (colesterol bueno)
- Hipertensión arterial
- Hiperglucemia en ayunas
Evidentemente, un chequeo médico nos ayudará a monitorizar estos valores. ¡No lo descuides, se trata de tu salud! No detectar a tiempo el Síndrome Metabólico y cambiar nuestros hábitos de vida, puede llevarnos a padecer diabetes tipo II, muy frecuente en personas con obesidad.
¿Qué podemos hacer para prevenir el «obestrés?
Sabemos que el ritmo de vida que llevamos en las ciudades, no contribuye a que planifiquemos nuestras compras y elaboremos comidas caseras todos los días, sin embargo, la última palabra la tienes tú: ¿qué puedes hacer para no caer en lo que llamamos obestrés? Seguro que algo más de lo que haces ahora, ¡plantéatelo! Aunque las circunstancias no nos acompañen, dedica unos minutos al día a planificar tus menús y asegurarte de que contienen verduras, legumbres, proteínas, fibra, fruta, etc., en proporciones adecuadas para tu edad, tu actividad y tu tipo de vida. ¿Necesitas ayuda? En nuestra Unidad de Nutrición, podemos ofrecer asesoramiento para elaboración de menús y estudios nutricionales. Si la teoría la sabes, pero te cuesta implementarla, también podemos ofrecer apoyo, si lo necesitas.
Nuestro deseo es que este artículo, te motive a elegir y sobre todo poner en práctica aunque sea una sola medida para mejorar tu alimentación o reducir tu nivel de estrés, si actualmente es moderado o incluso alto. Al igual que cambiamos nuestro vestuario según la estación del año, debemos adecuar nuestra alimentación a nuestras circunstancias.
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